Puesta a punto


Danza Oriental y embarazo... ¿La extraña pareja?


  • La Danza Oriental es una vía para redescubrirse a una misma
  • Muchos movimientos propios de la Danza Oriental se están involucrando en clases de preparación al parto y postparto. 

Cuando hablamos de danza del vientre, a todos nos suele venir a la mente una imagen similar: una mujer con curvas de vértigo y un atuendo muy femenino, moviendo sus caderas al son de una música árabe. Pero lo cierto es que significa mucho más. Si nos centramos en algunos de sus beneficios y ventajas, daremos con una parte de ella que no todos conocemos. Y es que la danza del vientre tiene sus orígenes ligados a ritos de fecundidad y nacimiento. Antiguamente, constituían danzas que se transmitían de madres a hijas y se utilizaba en muchos casos para facilitar el trabajo del parto. Este descubrimiento parece una leyenda datada de la época faraónica, en la que los rituales se llevaban a cabo a falta de otros avances de los que hoy disponemos, pero no es del todo así. Y es que en la actualidad muchas matronas están redescubriendo los beneficios, tanto físicos como psicológicos, que puede reportar la danza oriental. Incluso muchos de los movimientos característicos de esta disciplina, se están incluyendo en sesiones de preparación al parto y postparto.

                                                           Marisol Díez, bailarina y doula, en una de sus sesiones

Originariamente esta danza tenía un carácter sagrado. Las sacerdotisas bailaban y utilizaban sus movimientos para conectar con las diferentes divinidades, diosas en muchos casos. En Oriente Medio, era tradicional rodear a la mujer y bailar para facilitar que entrase en un estado hipnótico. En cuanto al papel que la figura masculina juega en este caso, no es tan importante el sexo como la capacidad de la persona para conectar con las necesidades especiales de la mujer embarazada. Con lo cual es indiferente rodearse de hombres o mujeres en este ritual, aunque es cierto que entre mujeres puede sentirse una mayor empatía.

A través de un reportaje documental sobre danza para el parto, realizado en 2008 por TVE, la comadrona Elvira Santulario aseguraba que el momento del parto para las embarazadas es un desafío entre la consciencia y los impulsos más primitivos. La postura corporal en la que se colocan las parturientas sobre el potro, no es de por sí la más cómoda para la mujer, aunque sí para los médicos.  Todo ello, unido a la propia tensión del momento, conforma un conjunto de factores que hacen del acto de dar a luz un acontecimiento muy temido. Por ello cualquier actividad o preparación que se haya llevado a cabo previamente, será muy positiva. “Especialmente –apunta Elvira– los movimientos circulares que se practican en la danza del vientre son plenamente favorecedores para las futuras mamás”.

                                                         Marisol Díez, bailarina oriental, en una actuación con sable

Es en esta dirección es donde encontramos a Marisol Díez. Se trata de una bailarina oriental con un amplio recorrido en el mundo de la danza, que ha profundizado en los últimos años en los beneficios y la importancia de la práctica de danza oriental en las embarazadas. Tras haberse formado en numerosas disciplinas, conoció la danza del vientre, lo cual supuso en un cambio en su vida y en la de muchas mujeres que se beneficiarían de su labor. En el año 2000 se formó como doula (acompañante de la maternidad). La experiencia personal de su propio embarazo supuso para ella un cambio y transformación definitivos. A partir de ese momento se encontró con la necesidad de desarrollar una manera diferente de impartir y practicar la danza oriental, con la finalidad de que sirviera de herramienta a las mujeres, no sólo para reconciliarse con su feminidad, sino para gozar plenamente de ella y de la experiencia de la maternidad. Una vez definió la unión entre esta danza y la maternidad, tuvo que encontrar un nombre apropiado para las sesiones y así nació la Danza OrientalConsciente. Hace unos años que Marisol imparte talleres de formación para matronas, profesoras de danza oriental y bailarinas y profesionales relacionados con el mundo de la maternidad.

Marisol habla de la danza del vientre como una forma de redescubrimiento para la mujer: “De hecho los beneficios que ésta aporta, no son solo físicos si no a nivel emocional”. Uno de los factores que ha destacado es una notoria mejora de la autoestima tras un periodo de clases., y explica que "las mujeres embarazadas pueden conversar entre ellas sobre todas las dudas que les surgen, compartir sensaciones y comprenderse unas a otras, a la vez que practican una actividad que les va a resultar beneficiosa en muchos sentidos". Según Marisol “en la tradición oriental, el vientre es considerado parte fundamental de nuestro cuerpo, es el centro, el Hara, el origen de nuestra energía vital. Practicar esta danza, ayuda a equilibrar aspectos importantes de la relación con una misma”. Marisol, quién cree firmemente en la labor que realiza, asegura que la danza oriental prepara a la mujer física y emocionalmente para el momento del parto, ayudándole a recuperar la confianza en su cuerpo, y preparándola para vivir el embarazo como un proceso vital dentro de su sexualidad. Por otra parte, en el postparto, ayuda a que la mujer vuelva a sentirse femenina, recuperando el tono de la musculatura abdominal y suelo pélvico de una manera amable y divertida.


                                                     Marisol Díez, bailarina y doula, actuando

Para llevar todos estos conocimientos teóricos a un ejemplo “tangible” Ángela Fuster, alicantina de 30 años, ha explicado su experiencia. Ángela siempre ha practicado danza, en sus distintas ramas, incluida la danza oriental. Durante su embarazo no dudó ni un segundo en continuar con esta actividad, tras obtener la aprobación de sus médicos: “cuando me dijeron que podía continuar con la danza del vientre, seguí practicándola incluso más contenta al conocer sus beneficios”. Además habla con rotundidad de la experiencia personal de dar a luz como “coser y cantar, a parte de los dolores de las contracciones, que hay que pasarlos – y añade - pude ayudar a mi hijo a salir de una forma rápida”. Ángela cuenta que está segura de que los ejercicios que practicó antes de dar a luz fueron los que, con el fortalecimiento de los músculos abdominales y suelo pélvico, hicieron que sufriera mucho menos: “a los hechos me remito, ya que con dos esfuerzos mi hijo nació, y yo no estaba resentida ni tuve dolores después del parto”. Además como anécdota confió que, acto seguido, la doctora le preguntó si había hecho ejercicios o alguna otra actividad física, ya que para ser primeriza todo había sido muy rápido y fácil.

Por lo tanto, la danza oriental además de ser una actividad que aporta sensualidad y feminidad, tiene también muchos otros beneficios que en un momento dado podemos precisar. Todas aquellas mujeres embarazadas o no, que sientan curiosidad por el mundo de la danza oriental, deben saber que en ella van a encontrar la estabilidad y el equilibrio mente-cuerpo necesarios para enfrentar la vida cotidiana.



Entrevista completa a Marisol Díez 


¿Qué  beneficios   emocionales    tiene   la danza    oriental?

El vientre, en la cultura occidental, sólo es valorado y puede ser enseñado con orgullo si es un vientre plano, musculado, más propio de una adolescente que de una mujer adulta. En la tradición oriental, el vientre es considerado parte fundamental de nuestro cuerpo, es el centro, el Hara, el origen de nuestra energía vital.  Practicar regularmente esta danza ayuda a equilibrar aspectos importantes de la relación con una misma como es la autoestima.  Después de algunas sesiones la mujer empieza a notar mejoras en el estado de ánimo, más relajación y una mayor tolerancia al estrés cotidiano.

¿Qué te ha aportado la danza oriental a nivel personal?

Me ha ayudado a reconciliarme con mi lado más femenino, me ha aportado armonía, serenidad, fluidez en los movimientos y ha mejorado la forma en que utilizo mi cuerpo. Anteriormente había practicado durante años otras actividades físicas que me habían llegado a producir lesiones muy dolorosas. Durante un tiempo pensé que tendría que dejar de bailar. Con la danza oriental, no sólo no he tenido que dejar la danza, sino que me he encontrado sintiendo y moviendo zonas de mi cuerpo que no tenía ni idea de que pudiesen llegar a sentirse de tal manera.

Se dice que la danza del vientre se bailaba antiguamente como un impulso a la felicidad. Para una mujer, dar a luz es un motivo para estar alegre. ¿Nos podrías explicar que beneficios tiene la danza del vientre durante el embarazo y parto?
Prepara a la mujer física y emocionalmente para el momento del parto, ayudándole a recuperar la confianza en su cuerpo. Además ayuda a que la mujer viva de manera saludable y serena los cambios que irán ocurriendo en su cuerpo, preparándola para vivir el embarazo como un proceso vital dentro de su sexualidad.  En el posparto ayuda a que la mujer vuelva a sentirse femenina, da la posibilidad de encontrase de nuevo con otras mujeres y compartir experiencias. Los ejercicios ayudan a recuperar el tono de la musculatura abdominal y suelo pélvico de una manera amable y divertida. 

Hemos escuchado que las danzas orientales quedaron prohibidas cuando los países árabes se volvieron monoteístas. ¿Por qué sucedió esto?

¡Interesante pregunta! Originalmente esta danza tenía un carácter sagrado. Las sacerdotisas bailaban y utilizaban sus movimientos para contactar con las diferentes divinidades, diosas en muchos casos. Esto es lo que suele contarse. Desde mi experiencia la prohibición de esta danza tiene que ver además con otras cuestiones mucho más cercanas a nuestra realidad: el miedo a la sexualidad, en especial a la sexualidad femenina, el poder de la mujer, el miedo..., la prohibición siempre está relacionada con el miedo.
     
Se dice que en Oriente Medio cuando una mujer daba a luz, los hombres estaban excluidos de este ritual. ¿Tenían algún tipo de danza para la celebración del nacimiento?

Se dice que era tradicional rodear a la mujer y bailar para facilitar que entrase en una especie de estado hipnótico. En la experiencia de parto, no sólo la mujer, sino las personas que le acompañan, pueden llegar a sentirse en un verdadero estado de trance. Muy frecuentemente la mujer entra más fácilmente en este “estado especial” cuando está rodeada de mujeres, aunque lo más importante no es el hecho de ser hombre o mujer, sino el tener la capacidad de acompañar conectándose con las necesidades especiales de la mujer que está de parto.

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